Prometheus, la pregunta final


Desde un punto de vista cinematográfico, "Prometheus" es una película relevante porque representa el regreso de Ridley Scott a la ciencia ficción y a una  de las franquicias más populares del cine: Alien. Sin embargo, creo que lo más interesante no se encuentra allí. "Prometheus" es una excelente épica de ciencia ficción que cumple con todos los requisitos del género y brinda algunos momentos memorables, de eso no hay duda. Pero no es una película perfecta (aunque ninguna lo es) y no será recordada como una obra maestra. Tiene ciertos detalles en el guión y en el diseño narrativo que no quiero discutir aquí para no arruinar la experiencia de quienes no la han visto. Además como mencioné, no es lo más importante. De igual modo disfruté mucho la película. Sobre todo porque horas después de haber abandonado la sala seguía pensando y discutiendo acerca de las preguntas que plantea su trama. Es definitivamente eso, una película de preguntas, y tal vez su principal atractivo es que no posee las respuestas.

Por lo general las películas que involucran la vida extraterrestre o algún tipo de inteligencia superior plantean un escenario extremo: O son buenos y vienen a "salvarnos" o son malos y quieren destruirnos. "Prometheus" presenta un giro que la convierte en una tercera vía, en una tesis que cuestiona los orígenes de la vida en el Universo y su propósito desde un punto de vista filosófico. No es tanto que formule preguntas nuevas, porque no lo son, sino la manera en que las plantea. Es ahí donde el genio y la agudeza de Ridley Scott muestran su influencia. En ese sentido "Prometheus" es una película importante.

Hace poco vi un video de una conferencia del físico Neil Degrasse Tyson (que copio más abajo) en el que realizaba un ejercicio de imaginación fascinante y perturbador. Ahora sabemos que los elementos fundamentales de los cuales está compuesta la vida son los más comunes el Universo. Los "ingredientes", por llamarlos de algún modo, se encuentran en abundancia a través de todo el espacio. Esto quiere decir, entre otras cosas, que la idea de que seamos los únicos seres vivos es completamente absurda. Si las condiciones para que exista la vida se han diseminado incluso en los rincones más lejanos del Universo, las posibilidades evolutivas también son enormes. Aquí es donde el razonamiento de Degrasse se pone interesante: Consideremos por un segundo la relación que existe entre un ser humano y un chimpancé. Los elementos fundamentales de los que están compuestos son los mismos, y comparten 98% del material genético. La diferencia es únicamente de %2, un valor que desde un punto de vista estrictamente numérico podría parecer insignificante. Sin embargo es en ese ínfimo %2 donde se encuentra la capacidad para construir cohetes espaciales y componer sinfonías que tienen los seres humanos. Esa mínima diferencia, cuando tomamos en consideración las capacidades de cada especie, no es solo enorme sino insalvable. El abismo, la brecha que se abre gracias a esa diferencia genética nos pone a años luz de distancia en términos evolutivos.

La pregunta ahora es: ¿Qué sucedería si invirtiéramos la relación e imagináramos una especie que se diferencia de nosotros en un %2? ¿Qué implicaciones tendría que fuesen ellos quienes tuvieran la "ventaja" y cómo se comportarían con nosotros? Me vienen a la mente los cientos de experimentos (algunos atroces) que hemos realizado con chimpacés durante años. "Prometheus" recorre este camino para cuestionar la cosmología antropocentrista que nos caracteriza y llevar a una nueva escala la búsqueda de nuestros orígenes dondequiera que se encuentren. En completa sintonía con una comunidad científica, por llamarla de algún modo, que se haya cada vez más perpleja antes los descubrimientos de los últimos años. Ahora más que nunca, las teorías se muestran transitorias e inciertas, nadie se atreve siquiera a insinuar respuestas definitivas. Hace un par de décadas era impensable que el Big Bang no fuera suficiente, y hoy parece diluirse en medio de ideas y especulaciones (Teoría de las Supercuerdas, Multiverso, etc) que comienzan a interesarse no tanto en el cómo sino el por qué. Jamás nos habíamos encontrado tan desconcertados frente a la complejidad de la existencia, nunca antes el Universo se había sentido tan extraño. 

Algunos de los pensadores más relevantes de nuestra época, incluído DeGrasse, empiezan a expresar una necesidad de evolución, de un impulso radical que nos lleve a nuevos niveles de comprensión. Pareciera que debemos convertirnos en algo más para conseguir las respuestas que buscamos, que mientras sigamos siendo humanos estaremos irremediablemente condenados a la especulación, a ser desbordados por una complejidad inabarcable. Quién sabe, por ahora se agradece que existan obras como "Prometheus" que además de entretener planteen preguntas relevantes en tiempos dominados por la banalidad y la indiferencia del cinismo pop. 

Todo indica que aquella pregunta final "¿Por qué existe algo en vez de nada?" continuará resonando por milenios...o no.




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