Breve Historia Crítica del Marxismo
Este resumen pretende ofrecer una exposición básica de las teorías, postulados, argumentos e ideas que explican el nacimiento del marxismo, como apoyo teórico y referencial para su comprensión. A continuación se enunciarán y desarrollarán muy brevemente los elementos considerados fundamentales para el estudio del pensamiento marxista.
- El problema de Dios:
El problema de la existencia de Dios, y principalmente, la posición que asume el hombre del siglo XVIII frente a la religión y la Iglesia, constituye un elemento esencial para comprender el origen del pensamiento marxista. Esta posición puede explicarse en parte a través de hechos y procesos que en un período de tres siglos (aproximadamente) han causado un profundo impacto en la realidad del hombre occidental, pero especialmente en Europa. La separación entre el estado y la Iglesia, la aparición del racionalismo, el avance progresivo de las ciencias y la consolidación de una nueva clase dominante (la burguesía), son algunos de los sucesos que transformaron para siempre el curso de la historia de occidente, si no del mundo civilizado en su totalidad.
Estos entre otros factores, contribuyeron a la secularización de la sociedad, al cuestionamiento de las instituciones religiosas y a un cambio definitivo en la relación entre el hombre y Dios. Cada vez más la figura de Dios es desplazada y reducida a la esfera moral, a modo de ente regulador, y cada vez participa menos como fundamento de la existencia y sentido de la vida humana.
Es necesario entonces tener en cuenta que el mundo en el que Marx emerge como pensador, es un mundo desencantado de Dios, que busca respuestas en diversos lugares ajenos a la esfera religiosa.
- Hegel: Capítulo Final del Idealismo Alemán
Georg Hegel (1770-1831) fue el último exponente de una corriente de pensamiento filosófico conocida como Idealismo. El Idealismo surge en Alemania entre los siglos XVIII y XIX. El sistema de Hegel representa el último capítulo del Idealismo como teoría filosófica.
Tradicionalmente se ha dicho que Marx es Hegel puesto de cabeza, y en algún momento el mismo Marx llegó a afirmar que, efectivamente, el representaba una inversión del sistema hegeliano. Lo importante en este pequeño espacio es establecer la gran influencia que ejerció Hegel sobre Marx, y reconocer que es imposible entender al último sin examinar el pensamiento del primero.
Sin embargo, la relación entre Hegel y Marx es compleja, llena de matices, críticas y transformaciones, por lo que debido al espacio y a los objetivos que desde un inicio se han planteado, queda fuera de nuestro alcance exponer dicha relación en su totalidad. En este resumen se expondrán superficialmente las ideas básicas sin las cuales no es posible comprender el pensamiento marxista.
- La Historia y su sentido metafísico
Para la mayoría de nosotros, ajenos a la concepción hegeliana, la historia es el registro de acontecimientos y sucesos que han ocurrido a través de un período determinado de tiempo. Y que de algún modo, en su entramado de relaciones y en su continuidad cronológica, explican la evolución de un objeto de estudio: el hombre, la naturaleza o el universo. A través de la historia interpretamos la cultura, es un intento por comprender el pasado, y por ende, nuestra realidad.
Para Hegel la historia es mucho más que esto. La Historia es nada menos que el escenario de realización de la Idea (Espíritu Absoluto). La Idea, que es el Espíritu concebido como Razón, es el fundamento de la vida, es creadora del Universo y de la realidad entera. Esta Idea es constante cambio, transformación, evolución y dinamismo. En la Historia tienen lugar los procesos de depuración y perfeccionamiento; la Historia es la historia de la realización de la Idea. Todo suceso y momento, toda etapa natural o humana se explica por y a través de ella. Todo lo que conocemos y la realidad entera representa en un momento determinado una etapa de evolución y transformación de la Idea. Es decir, la historia no es ya un registro de acontecimientos: posee un fin y un sentido, que es la realización de la Idea. Esta concepción le otorga a la historia un sentido metafísico, que ahora explica los acontecimientos que se han sucedido dentro de ella refiriéndolos a un principio trascendente que subyace como origen desde el que ha emanado la realidad.
Aunque para Marx la realización de la Idea no es el sentido de la historia, mantendrá que la historia tiene un sentido y que todas las fuerzas de lo humano deben concentrarse en realizarlo. La Historia es la lucha de clases, y su Fin, la humanidad sin clases.
Ahora, es muy importante entender algo. Vivimos en una época profundamente cínica en donde nadie cree realmente en nada, al menos no en los términos en los que un hombre del siglo XV, e incluso uno del siglo XIX, podía creer. Marx estaba convencido de que sus predicciones contaban con sustento científico, que su trabajo teórico había delineado de algún modo las leyes de la historia para alcanzar su realización.
- La Dialéctica
Para Hegel, la Idea se realizaba a través de una dinámica de confrontación evolutiva que funcionaba por etapas. Por medio de esta dinámica, que el denominó Dialéctica, la Idea se perfeccionaba progresivamente dentro de la Historia, construyéndola al mismo tiempo. El proceso dialéctico se articula en tres etapas: Tesis, Antítesis y Síntesis. La tesis representa un primer acontecimiento o etapa de la Idea, a esta se le opone un nuevo suceso que constituye la Antítesis, y de la confrontación entre ambos surge la Síntesis que incluye y supera ambas etapas anteriores. Por ejemplo: La cultura mítico-religiosa, previa al nacimiento de la filosofía en la antigüedad clásica, representa la Tesis, luego aparece la filosofía y con ella una cultura racional que se opone a la mítico-religiosa como Antítesis, y de esa oposición surge en la Edad Media la cultura cristiana que reúne lo mítico y lo racional como Síntesis, reflexionando sobre Dios y su relación con el hombre desde un fundamento filosófico.
Para Hegel, la realidad es dialéctica, se encuentra en un continuo proceso de confrontación, y esto a su vez, resulta en la depuración y perfeccionamiento de la Idea.
Marx hará uso de la dialéctica a su manera, pero al igual que en el sistema hegeliano, ocupará un lugar fundamental para explicar el proceso de evolución hacia la realización del sentido de la Historia.
- Feuerbach: El ateísmo antropológico
Filosóficamente, Feuerbach se encuentra como mediador entre Hegel y Marx, ya que es él quien realiza la inversión atea del sistema hegeliano, que a su vez constituye la columna central del pensamiento marxista. El ateísmo que Marx hereda de Feuerbach representa la semilla filosófica a partir de la cual germinará todo su sistema de pensamiento.
Hegel atribuía a la Idea categorías y valores como: infinitud, eternidad, justicia y amor. Feuerbach afirma que esto no es más que una proyección de características de la especie humana. Acusa a Hegel de arrastrar consigo rastros de teología y de que la Idea, en última instancia, se parece demasiado a Dios. Le recrimina además, que opera únicamente dentro de una esfera conceptual, que es excesivamente lógica y racional.
Feuerbach se ocupa entonces de secularizar la Idea, de despojarla de su trascendencia metafísica y de afirmar definitivamente que la Idea no es otra cosa que el hombre. Feuerbach explica así la evolución de su propio pensamiento: “Mi primer pensamiento fue Dios; el segundo la razón; el tercero y último el hombre”.
Lo que plantea Feuerbach es que no es el pensamiento (la Idea) lo que fundamenta el ser del hombre, sino que es el ser del hombre lo que fundamenta su pensamiento. Y al mismo tiempo, que Dios no es “sino la esencia divinizada del hombre”. Y que: “La religión radica únicamente en la necesidad. Lo que más íntimamente necesitas, eso y no otra cosa es tu Dios”. “Lo que yo no soy, pero deseo y me afano por ser, eso es mi Dios”. El hombre debe pues, dejar de proyectar en un concepto absoluto, ilusorio e inexistente todas sus aspiraciones y deseos. Debe entregarse, por el contrario, a reafirmar su condición humana y a realizarse como sentido de su propia existencia. El hombre debe realizarse a sí mismo, ya que sólo él es el centro de su propio universo.
Marx tomará como punto de partida el ateísmo antropológico de Feuerbach pero lo radicalizará y lo llevará hasta sus últimas consecuencias.
Marx: El Hombre como divinidad suprema
Marx, en su crítica a la religión y a Dios, parte del ateísmo antropológico y afirma: “El fundamento de la crítica irreligiosa es el siguiente: es el hombre quien hace la religión y no la religión quien hace al hombre. En otras palabras, la religión es la conciencia de sí mismo y el sentimiento de sí mismo del hombre que aun no se ha encontrado a sí mismo o que ya ha vuelto a perderse”. La religión es una alienación del ser del hombre. La promesa de un más allá se presenta como esperanza y justificación frente a la injusticia del mundo, y por esta promesa, el hombre acepta su condición y dirige todas sus fuerzas hacia un más allá inexistente. La religión aleja al hombre del mundo real, concreto e histórico en el que vive para sumergirlo en una ilusión elaborada por él mismo. Y continúa Marx: “La crítica de la religión desengaña al hombre para que piense, actúe y modele su realidad como un hombre desengañado y que ha entrado en razón para que gire en torno de sí mismo y, por tanto, en torno de su sol real. La religión es únicamente el sol ilusorio que gira alrededor del hombre, mientras éste no gira alrededor de sí mismo”. Esto explica la célebre frase “la religión es el opio de las masas”, ya que para Marx la religión es una especie de narcótico que adormece al hombre, lo sumerge una ilusión y le oculta la realidad.
La tarea que se plantea, como explica Eusebi Colomer en su estudio sobre Marx, es la siguiente:
“La abolición de la religión es, pues, condición previa, pero necesaria, de la liberación humana. Y esta abolición ha de ser total, sin conciliaciones ni medias tintas, ya que la actitud religiosa es también total y abarca la totalidad del hombre y de su destino. No basta pues con erradicar la religión de la vida pública, como pretende el laicismo, hay que dar un paso más y erradicarla de su último reducto: la conciencia. Sólo así el hombre estará maduro para su liberación definitiva”.
Según Marx, hay que derrumbar completamente las condiciones que hacen del hombre un ser esclavizado y humillado para dar paso a la doctrina según la cual el hombre es para el hombre el ser supremo.
Propiedad Privada: Alienación originaria
En su análisis, Marx encuentra que aunque la alienación religiosa es la que mantiene al hombre encadenado en su situación de miseria, no es ésta la que la ha creado. Previa a la alienación religiosa, existe una alienación originaria.
Al derrumbar el mundo religioso con todas sus implicaciones, Marx cuenta ahora únicamente con el mundo material, y tras el derrumbamiento se propone explicar la realidad humana a través de las condiciones materiales de su existencia. El materialismo, consecuencia de su ateísmo, es el punto de partida para dar cuenta de la realidad.
Marx observa que el hombre obtiene de la naturaleza su sustento, que es ella quien provee los recursos a través de los cuales satisface sus necesidades. Tomando de la naturaleza, el ser humano es capaz de producir su propio sustento y lo hace por medio del trabajo. El trabajo es, por lo tanto, el mediador entre el hombre y la naturaleza. Ahí radica su vital importancia, ya que por el trabajo el hombre produce lo que necesita para perpetuar su existencia. Esta relación inicial entre hombre y naturaleza es de equilibrio y armonía, ya que cada uno es libre de tomar recursos de acuerdo a sus necesidades.
La aparición de la propiedad privada produce un quiebre que anula estas condiciones de igualdad, ya que divide a los hombres en propietarios y no propietarios. Los propietarios comienzan adueñándose de los medios de subsistencia y terminan poseyendo a otros hombres: los no propietarios. Esta condición de desigualdad e injusticia, generada por la aparición de la propiedad privada, representa para Marx la alienación originaria. De ahí que sea necesario desterrar de la conciencia el pensamiento religioso, pues sólo así el hombre será capaz de reconocer una realidad esclavizante para romper posteriormente las cadenas de dicha esclavitud.
Materialismo Dialéctico: La lucha de clases
Partiendo de la alienación originaria, que significa la ruptura del equilibrio en los medios de producción, Marx se aboca a explicar la realidad humana a partir del conflicto generado por este quiebre. Dado que la realidad es dialéctica, el conflicto inicial necesariamente genera una respuesta, una antítesis, y de este enfrentamiento surge una síntesis que a su vez se convertirá en una nueva tesis. La diferencia con Hegel es que Marx no aplica la dialéctica a toda la historia, sino al análisis económico y a las condiciones sociales de producción.
Cada modelo de producción produce una nueva clase social, y de esta clase social se derivan todos los elementos constituyentes de la realidad humana: cultura, religión, política, filosofía, arte, etc. Es decir, para Marx no son más que consecuencia de la lucha entre clases, producida por las condiciones sociales de producción, que a su vez se remiten a la alienación originaria: la aparición de la propiedad privada. La realidad entera es derivada de las condiciones económicas y se explica a través del análisis de los medios de producción de períodos determinados. La ópera, el arte griego, la física de Galileo, la Mona Lisa y la Ilustración, son en sí etapas diferentes de la historia de la alienación humana. Y como tal han contribuido a perpetuar la lucha de clases.
Esto es precisamente lo que Marx quiere evitar. Si la historia es la lucha de clases entonces debe imponerse una sociedad sin clases, para que la historia pueda realizarse finalmente y concluir. El Fin de la Historia es la sociedad sin clases; la sociedad sin clases pasa por la desaparición definitiva de la propiedad privada. Sólo así el hombre volverá a ser realmente libre y apto para conquistar su esencia: sólo un hombre libre de alienaciones es un verdadero hombre.
La Praxis: Hacer el mundo
“La cuestión no es interpretar al mundo, sino cambiarlo”. Para el hombre alienado existe un único camino: el de la acción. El pensamiento teórico no ha hecho más que elaborar sistemas que han profundizado la condición de desigualdad o que se alejan por completo de la realidad y la distorsionan. La tarea es actuar: para transformar los medios de producción, para aniquilar las alienaciones del espíritu, para abolir la propiedad privada y realizar el sentido de la historia: El advenimiento del hombre libre, el hombre de la sociedad sin clases.
No se trata pues de un proyecto político, es un proyecto total en el que el ser humano se juega su integridad, su identidad y el sentido de su vida. Es una empresa que se propone transformar para siempre todos los órdenes del género humano. Es una transformación radical de la esencia del hombre. El fin de la historia es conseguir este objetivo y todos los esfuerzos de la especie deben concentrarse en ello; cualquier otra cosa es desperdicio y alienación, es traición a sí mismo y a toda la humanidad. Ningún hombre, voluntariamente, debería contribuir a prolongar el sufrimiento y la miseria en la que se halla sumida la especie.
Todo se reduce a una sola cosa: La praxis.
Críticas fundamentales:
La intención es exponer muy breve y superficialmente algunas de las críticas más importantes realizadas al pensamiento marxista a modo de reflexión y análisis. Para profundizar en ellas es necesario consultar la bibliografía citada y otras fuentes.
- El hombre no es autosuficiente, no se basta ni se explica a sí mismo. Éste recibe su existencia, no se la ha otorgado él mismo. Llega a un mundo que tampoco ha creado y se ve obligado a subsistir por sus propios medios. Es esta condición de extrañamiento, de desamparo, de asombro y angustia lo que genera preguntas sobre la existencia de Dios y el sentido de la vida, no sus condiciones socioeconómicas ni sus medios de producción. La pregunta por Dios y por el sentido de la vida son un fenómeno antropológico, no económico.
- La condición de necesidad y de deseo con respecto a alguna cosa no implica absolutamente nada respecto de su existencia o inexistencia. Que el ser humano necesite un Dios y pregunte por él, no dice nada en cuanto a la posibilidad de su existencia, no es un argumento filosófico válido para sostener el ateísmo en los términos que lo expresa Feurbach.
- Marx afirma que su pensamiento es científico, pero asume sin más las nociones hegelianas del sentido histórico y la dialéctica. En ningún momento ofrece pruebas empíricas que demuestren que en realidad la historia posee un sentido y mucho menos que este sentido sea la instauración de una sociedad sin clases. Tampoco demuestra que la dialéctica se constituya de hecho como la dinámica a través de la cual se ha desarrollado la lucha de clases. Son simplemente presupuestos teóricos no comprobados.
- Reduce la realidad humana a condiciones estrictamente materiales, lo cualitativo es excluído del análisis social. No toma en cuenta la moralidad en el ser humano, el problema de mortalidad o características antropológicas fundamentales como los diferentes patrones de conducta o las jerarquías sociales. La persona se diluyen la comunidad sin identidad. El hombre que presenta Marx es una construcción de su propia elaboración teórica. Las clases sociales, con todas las injusticias que puedan engendrar, son un reflejo de categorías jerárquicas mucho más profundas. Numerosos estudios antropológicos y étnicos de distintas culturas y épocas han demostrado que el egoísmo, la violencia y el deseo de propiedad no son derivados de las relaciones económicas, sino que constituyen elementos presentes en la estructura de la naturaleza humana.
- La perspectiva de Marx se pierde en la abstracción. A nivel individual ningún hombre es completamente igual a otro, la igualdad es un concepto, no un rasgo biológico. Es la justicia, como valor reconocido por una sociedad, la que debe encargarse de resolver equitativamente las diferencias entre los hombres.
- Sus predicciones sobre el capitalismo y la dictadura del proletariado no se cumplieron. El sistema capitalista no ha colapsado, ni parece estar cerca de hacerlo, y el socialismo nunca se dio espontáneamente en sociedades industrializadas. La revolución rusa, por ejemplo, se impuso a través de la violencia en una sociedad agrícola que, de acuerdo a los ciclos descritos por el propio Marx, no estaba preparada para realizar su transición hacia el comunismo.
- El comunismo, como se dio en la Unión Soviética, China y otros países, no eliminó las clases sociales ni sus conflictos. Generó una monstruosa burocracia estatal, autoritaria y represiva, que no pudo sostenerse a pesar de haber controlado todos los medios de producción y abolido la propiedad privada. La corrupción, la violencia y las dinámicas del poder no solo se mantuvieron, sino que fueron magnificadas por un sistema que engendró una nueva condición de desigualdad fundamental: la de un Estado que lo controla todo frente a individuos que desaparecen en lo colectivo sin derechos y sin ser reconocidos.
La propaganda revolucionaria de Mao, Stalin y Kim Jong Il, por nombrar solo algunos, ha erigido al pueblo y a la patria como símbolos máximos de una revolución de la cual sus líderes son humildes servidores. Sin embargo, sus regímenes son responsables de millones de muertes producto de la hambruna, la explotación, el asesinato y la persecución a diversas minorías entre las que se incluyen homosexuales, judíos y simples disidentes. Su legado es la mayor evidencia de que el sometimiento del hombre por el hombre no tiene su origen en sistemas económicos ni ideologías políticas, sino en algo mucho más profundo.
Sin embargo el dogma se empeña en señalar a los culpables habituales con su radicalismo característico, con el mismo discurso de épocas pasadas que fueron el escenario de sus propios fracasos. Para algunos, el asunto no es la verdad o la justicia: si el mundo no es lo que ellos quieren, prefieren verlo arder.
Bibliografía
- COLOMER, Eusebi. El Pensamiento Alemán de Kant a Heidegger. Tomo III. Editorial Herder.
- HIRSCHBERGER, Johannes. Historia de la Filosofía. Tomo II. Editorial Herder.
- GAMBRA, Rafael. Historia Sencilla de la Filosofía. Editorial Rialp.
- CAMUS, Albert. El Hombre Rebelde. Alianza Editorial.
- HOBSBAWM, Eric. Historia del Siglo XX.
- SAFRANSKI, Rudiger. El Mal o el drama de la libertad.
- JUDT, Tony. Pensando el Siglo XX.
- WHITE, Matthew. The Great Big Book of Horrible Things.
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