Camus, Kafka y Sabato

 

Comparto con ustedes algunas impresiones sobre los últimos libros que he leído.

La Peste (Camus): Es una buena novela aunque no me impresionó como El Extranjero. Camus siempre escribe sobre cosas importantes pero aquí la narrativa, la historia y hasta los mismos personajes son humildes, como si hubiese intentado contar todo con lo mínimo posible. Lo extraño es que esta novela fue la que (creo) me hizo entender definitivamente a Camus. Había leído además de El Extranjero, El Hombre Rebelde y El Mito de Sísifo, pero en esta historia quedó al descubierto el gran tema de su vida: La Muerte. Muchas veces, y no sin razón, se identifica a Camus con el absurdo y el existencialismo. Pero creo que, aunque son temas centrales en su pensamiento, no son la esencia ni la raíz de su problemática. El absurdo es el conflicto que surge entre un ser humano que necesariamente pregunta por el sentido de la vida y de su existencia y sólo recibe el silencio de un Universo indiferente. Pero, ¿por qué pregunta por el sentido? Porque la vida es tan hermosa, tan milagrosa y la amamos tan profundamente, aun en los peores momentos, que no podemos soportar la posibilidad de que haya que vivir sólo para morir. Sólo un Dios y un sentido pueden garantizar algún tipo de permanencia, de existencia después de esta vida, que nos diga que no todo fue en vano, que el amor, el atardecer, la lluvia, los baños en el mar, la música, el arte y el sufrimiento, sobre todo el sufrimiento, significan algo y tienen un propósito. Lo que a Camus se le hace insoportable es la crueldad de un Universo en el que existen hombres que aman profundamente la vida y están destinados a morir para siempre sin respuestas. Como él mismo dice en El Mito de Sísifo, la muerte es el mayor acto de esclavitud al que un ser puede ser sometido. La libertad sólo tiene sentido cuando es eterna, cuando se puede vivir para siempre, seguros de no desaparecer jamás. En todos sus libros la muerte y el suicidio aparecen una y otra vez, como una angustia y un tormento de los que es imposible liberarse. Es irónico que muriera a los 46 años en un accidente de tránsito. Ojalá no haya tenido tiempo de darse cuenta y sufrir el horror de su propia desaparición. Aunque estoy seguro de que estaba equivocado, hay algo más...

El Castillo (Kafka):
No me gustó tanto como El Proceso (que es su obra maestra), es más dispersa y tiene momentos en donde se hace un poco tediosa, pero confirmó que el tema de Kafka es la existencia de una autoridad, una instancia superior (Dios, el absoluto, la trascendencia) a la que nosotros, pero sobre todo él mismo, no tiene acceso. En parte por su torpeza, por su incapacidad para entender la realidad y las situaciones a la que es arrastrado por circunstancias y personajes que siempre intentan impedir que alcance su objetivo. Pero visto desde la distancia pareciera que Kafka y el hombre, por su misma condición existencial sufre de una "falta de ser", de una carencia metafísica que hace imposible de una vez y para siempre que seamos redimidos y salvados. Recuerda un poco a la visión de Pascal del hombre escindido, desgarrado y dividido entre lo terrenal y lo divino, lo finito y lo infinito, sin pertener a ninguno de los dos mundos, perdido y desterrado.

Abaddón, El Exterminador (Sabato):
Esta es una de las lecturas (no quiero llamarla novela) más importantes que he encontrado hasta ahora. Sabato es la esencia de lo que llamo un "escritor de las últimas cosas". Sabato sólo escribe sobre lo que importa y entrega absolutamente todo: su alma, sus obsesiones, sus tormentos, sus sueños y demonios. Es conmovedor y a veces doloroso ver la exposición, la vulnerabilidad y la despiadada sinceridad a la que se somente. Es una novela total, un grito de desesperación a la vez que un intento de reconciliación con un Universo frío, oscuro e implacable que no hace promesas ni ofrece un futuro. Sabato se parece a Camus en el profundo amor a la vida a pesar del sufrimiento (y en ocasiones precisamente por el sufrimiento), pero para Sabato es intolerable la renuncia a un Dios y la aceptación de la nada. Sabato rechaza el absurdo pero al mismo tiempo experimenta con una intensidad aterradora la posibilidad de la nada y del abismo, la extinción, la desaparición absoluta e irremediable. Todo esto lo expresa convirtiéndose a él mismo en un personaje, insertándose en el mundo de sus fantasías y sus pesadillas, de sus inseguridades como escritor, como artista y por supuesto como hombre. Abaddón es una confesión, un testimonio definitivo con el que Sabato intentó explicarse y comprenderse a él mismo y a todos los hombres. Entiendo perfectamente por qué no volvió a escribir ficción. Lo entregó todo en Abaddón y la experiencia debe haber sido dolorosa, tal vez demasiado. No queda claro que haya encontrado la PAZ que pedía para sí mismo cuando se mata en su propia novela, pero sí que consiguió decirlo todo, o casi todo. Creo que la literatura es la expresión artística más cercana a la condición humana, en ella se reúnen la razón y la pasion, la realidad y la fantasía, lo racional y lo irracional. Parece que a veces expresa de manera única esta existencia intermedia, este mundo indefinido, esta incertidumbre universal, esta división paradójica y contradictoria que somos nosotros. Todo esto, todo lo humano, toda su belleza y su tragedia viven en Abaddón en medio del tormento y una remota esperanza.

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