Horace and Pete: la vida como tragedia


Descubrí a Louis CK hace unos tres años viendo Talking Funny. En poco tiempo se convirtió en mi comediante favorito. En gran medida fue porque nunca había visto a alguien con tanta habilidad para hacer chistes sobre cosas horribles. Sus rutinas son observaciones de las vergüenzas ocultas y triviales de la vida, exponiendo la complejidad de las relaciones humanas a través de aquello sobre lo que no queremos hablar.

El resultado es hilarante porque Louis CK parece un tipo ordinario, es un pelirrojo con sobre peso dispuesto a examinarse a sí mismo sin tabúes ni complejos. Su humor es transgresor en cuanto no deja espacios sagrados. Nada es demasiado íntimo ni polémico, ningún tema está fuera de los límites. No importa si se trata de sus hijas, su divorcio, el Holocausto, el cáncer o el racismo.

La magia de Louis CK se encuentra en la capacidad que ha tenido para encontrar su voz hurgando entre las grietas de la cotidianidad. Pero hasta ahora la profundidad de su introspección había permanecido oculta detrás del velo de la comedia. En sus rutinas de stand up y en Louie había ido tan lejos como se lo permitía la risa. El límite era que tenía que ser gracioso.



En Horace and Pete rompe esa regla, y también unos cuantos principios sobre cómo hacer un programa de televisión, para compartir una mirada hacia el abismo de la condición humana. En última instancia es una serie sobre las tragedias de la vida.

El argumento es bastante sencillo: Horace (Louis CK) y Pete (Steve Buscemi) son dos hermanos que heredaron un bar familiar con 100 años de historia en la ciudad de Nueva York. En torno al bar hay un conflicto familiar porque Sylvia (Edie Falco), la hermana de ambos, quiere venderlo. Mientras que Horace, Pete y el Tío Pete (Alan Alda) se resisten.

Louis CK utiliza esta estructura con gran inteligencia para presentar ideas que parecen más inquietudes que convicciones. El ejercicio de mostrar está más orientado a provocar las preguntas en nosotros que a entregarnos las respuestas. El guión se desarrolla como una investigación existencial, no como un manifiesto de principios, y ahí se encuentra parte de su genio.

Las dinámicas que resultan de este concepto son fascinantes. El bar funciona como un puente entre la familia y el mundo. Alrededor de la familia hay temas recurrentes que se van desarrollando en cada episodio: el peso de la tradición, el poder del pasado, las consecuencias de las decisiones, el matrimonio y las relaciones entre padres e hijos. Si cada uno es lo que ha vivido, con todos los matices y bemoles de sus circunstancias, ¿es posible escapar de los fantasmas y tener un destino propio a pesar del pasado?




Con los visitantes del bar, que son una representación de "la gente" y "el mundo", Louis CK examina las controversias de la actualidad: el sexismo, la religión, las ideologías políticas, el racismo, la violencia y Donald Trump.

Dentro de ese entramado complejísimo, repleto de conexiones en las que encontramos nudos, laberintos y puntos muertos, el catalizador es la enfermedad. El cáncer y la demencia son dos grandes ejes que ponen los eventos en movimiento. Quizás sean una metáfora sobre un mundo que cada vez tiene menos sentido, sobre cómo en medio del caos y de la locura nuestras mentes y nuestros cuerpos pagan el precio de nuestras decisiones, o sobre cómo a veces nos hacemos daño más allá de lo que resulta razonable. Tal vez simplemente aparezcan porque la vida es así, porque es una mezcla de azar y de errores que lleva a cuestas su pasado, buscando algo que le permita aferrarse a la esperanza y soñar con el futuro.

Horace and Pete es lo mejor que ha hecho Louis CK, pero no es para todos. Esta más cerca de Magnolia y Revolutionary Road que de un stand up. Es una historia triste y dura, llena de crueldad y amargura. También es cierto que me reí muchas veces, pero la mayoría del tiempo me hizo pensar sobre la vida, sobre lo complicados que somos y recordar lo difícil que puede ser encontrar un poco de felicidad duradera.

Por suerte mi historia no es la de Horace y Pete, pero todos tenemos dolores, tragedias y fantasmas en nuestras vidas. Si no en nosotros, en familiares y amigos. Estos personajes permanecen como espejos para conocernos mejor.

Al final, la pregunta que Louis CK parece hacer con Horace and Pete es: Si el mundo está tan jodido y la vida es tan difícil, ¿cómo podemos construir una historia que merezca ser vivida? No estoy muy seguro de la respuesta pero tiene que ver con no ser un imbécil y no repetir los errores que tus padres cometieron contigo. Con romper los ciclos que insisten en repetirse y asumir la responsabilidad del ahora con la decisión de ser quien quieres ser, por encima del dolor, el rencor y la nostalgia.

PD: La canción de la serie la compuso Paul Simon (Simon & Garfunkel) y también es increíble.

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