Hong Kong y la decadencia de Occidente
El 1 de octubre, mientras China celebraba 70 años de revolución, el balazo de un policía perforaba el pecho de un manifestante en Hong Kong. Fue la primera vez que se utilizó munición real desde que empezaron las protestas. Mientras Xi Ping cumplía todos los clichés hablando del orgullo nacional, la reunificación y la determinación del pueblo, Hong Kong continuaba descendiendo en una espiral de violencia que va a terminar con algún tipo de intervención del gobierno chino. La posible desaparición de Hong Kong como sociedad abierta es un espejo de la decadencia de Occidente, de una cultura polarizada sin un proyecto común que ya no cree en los valores que la definen, en particular la libertad, la razón y la democracia. China está exportando un sistema través de su expansión económica. Un totalitarismo digital capitalista que ejerce su poder a través de la deuda y la inversión, amenazando con alterar las dinámicas del máximo valor que reconocen los mercados globales: el dinero.