Un espejo
Lo veo y no le creo nada, hoy no. Me parece inseguro y excesivamente indulgente. En su mirada se asoma una tímida exigencia de compasión que encuentro molesta y arrogante. Como si creyera que merece el éxito, no por el mérito que pudiera tener, sino por soportar las dificultades de la vida que le ha tocado. Asumiendo que es una prueba, un examen que se supera con paciencia y resignación. La resistencia, la garantía es su resistencia. Tarde o temprano la recompensa va a llegar, tan sólo hay que seguir y aguantar. ¿Por qué? ¿Por qué tendría que llegar? ¿Por qué su dolor vale más que el de otros? Por qué su sufirimiento le hace especial? ¿A cuenta de qué su esfuerzo le hace merecer algo? La mayoría de la gente no recibe lo que quiere. La mayoría se conforma con sueños e irrealidad, deambulando en la distancia que hay entre lo que son y lo que quieren ser. Él también se encuentra allí aunque no lo crea, aunque haga planes y se imponga tareas, confundiendo lo probable y lo contingente con la imperiosa necesidad del destino, si es que tal cosa existe. Hoy soy la espera y el desencanto, la incredulidad y el pasar del tiempo, la duda y la incertidumbre. Un mero reflejo, eso también hay que decirlo.
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