Algunas consideraciones sobre lo imposible


Esto va a ser corto. Podría escribir sobre todo lo que he vivido durante estos doce meses, de lejos los más intensos de mi vida, pero creo que es un lugar común hablar de lecciones y aprendizaje cuando termina un año. Solo quiero compartir algo que me parece importante.

En Diciembre de 2011 tomé la decisión de irme de Venezuela y mudarme a Buenos Aires. Aún no había comprado el pasaje pero el proceso interno ya había comenzado. No voy a contarles historias ni a filosofar sobre la vida del inmigrante, aunque me gustaría compartir algunas cosas. Tal vez lo haga en otro momento, pero ahora, en el último día del año, quiero hablar sobre algo que ha estado en mi mente desde hace unas semanas.

Cuando te mudas a otro lugar asumes que todo va a cambiar radicalmente. Al menos esa fue mi perspectiva desde el principio e intenté prepararme para ello. Sabía que tendría que empezar a construir mi vida en una ciudad que no conocía, sin familia y con muy pocos amigos. Estaba consciente de que no sería fácil y busqué endurecerme, como cuando alguien cierra los ojos y aprieta la cara para recibir un golpe esperando que así duela un poco menos.

Más allá de lo duro, maravilloso y complicado que ha resultado el proceso (es algo que en última instancia depende de las circunstancias personales de cada quien) puedo decir que, aunque estaba predispuesto a lo impredecible, jamás imaginé que pasaría lo que finalmente pasó. Si me hubiesen pedido que hiciera una lista de cosas que sucederían este año, teniendo en cuenta que iba a mudarme a otro país, habría fallado en varias de las más importantes. La realidad, con su increíble capacidad de combinar decisiones, circunstancias y coincidencias, me sorprendió de formas que, mirando hoy al pasado, era imposible concebir. Podrían decirme que tomé una decisión y que esa decisión trajo consecuencias, eso es obvio, pero ese no es el punto.

Lo realmente importante para mí ha sido entender, porque me ha tocado vivirlo, que cualquier cosa puede suceder. Es un cliché, lo hemos visto en mil películas y lo hemos leído un millón de veces, pero es absolutamente cierto, todo es posible. Escribiendo esto me doy cuenta de que mis palabras no dicen nada nuevo y tampoco pueden ayudarlos a compartir, al menos remotamente, mi experiencia. Tendrían que conocerme y haber estado aquí cada día de estos 9 meses. Pero no les miento. Si alguna vez han sentido que la vida no es lo que esperaban y que las cosas no están resultando como querían, si el lugar, físico o espiritual, en el que se encuentran no les ofrece nada que se parezca a un futuro, sepan que una decisión puede cambiar su vida y convertirla en algo completamente distinto.

Para elegir el destino hay que apostar, dar un salto de fe y enfrentar el miedo, la angustia y la incertidumbre de dirigirnos hacia un lugar desconocido. No es fácil pero dar ese paso será una de las cosas más importantes y definitivas de sus vidas. Repito que la herencia, el país, la ciudad y la suerte son factores decisivos pero no definitivos. Cualquier cosa es posible, todo puede pasar, sin aviso y sin contexto. Las circunstancias que determinan el destino de una persona son impredecibles e inexplicables. Nos tranquiliza encontrar relaciones causales entre los hechos y catalogarlos como causas y efectos, pero lo cierto es que la dinámica de las variables sobrepasa nuestra capacidad de control, nuestras decisiones son solo parte del resultado.

Quiero compartir eso, quiero transmitirles la convicción de que es posible cambiar y transformar la vida para que se parezca un poco más a lo que uno realmente quiere. Recuerden siempre que la realidad puede sorprenderlos con lo inimaginable, aunque en este instante esa idea parezca algo remoto, vacío y absurdo. Les aseguro que lo escribo porque lo estoy viviendo. Lo que parecía imposible, lo que ni siquiera había considerado, hoy se ha convertido en la estructura de mi mundo, uno mucho más amplio en el puedo intentar llegar a ser lo que soy, y en el que he empezado a comprender nuevos significados de la palabra vida. No puedo decirlo suficientes veces: Todo puede pasar, cualquier cosa es posible. Espero sinceramente que también les suceda a ustedes.
 


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