Peter Jenner y el Futuro





Un buen amigo tuvo el gesto magnánimo de prestarme de forma dosificada su colección de revistas Orsai. Lectura esencial en tiempos en los que el contenido mediocre y chatarra se desborda por todos los medios posibles. Cada entrega se ha ganado el estatus de artículo de culto y colección, ahora más que nunca cuando la edición de la revista llega a su final.

En la Número 5 del año 2012, aparece una entrevista con Peter Jenner, recordado por haber sido el primer manager de Pink Floyd, por allá en 1966 cuando Syd Barrett todavía lideraba la banda. Entre otras cosas, Jenner habla acerca de sus inicios en el mundo de la música, su relación con los integrantes de Pink Floyd y posteriormente con Barret durante su carrera como solista, no tiene desperdicio. Pero de todo lo que dijo, lo que motivó este artículo fueron sus opiniones sobre el impacto de Internet en la industria musical.

Más allá de enfocarse en la discusión sobre si el trabajo de un artista puede y debe ser gratis, Peter Jenner plantea un modelo que podría recompensar al artista a un precio accesible para el público sin destruir el negocio. La idea, que ha sido aplicada con éxito en otros sectores, consiste en un contrato de contenidos digitales que por una cuota mensual, les permitiría a los usuarios descargar música legalmente. Los cálculos que sustentan el modelo son sencillos. Imaginen un organismo internacional no gubernamental que recaude el equivalente a un dólar mensual, incluido en una factura de servicios, que conceda al usuario una licencia para descargar todos los discos que desee por 30 días hasta la renovación del contrato. Con una proyección anual, tomando en cuenta únicamente los habitantes de países como los Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Canadá y Australia, se recaudaría más dinero de lo que el modelo tradicional llegó a vender en su época dorada. Sin caer en un optimismo excesivo, sabemos que gran parte de la población de estos países, y de muchos otros, podría pagar 12 dólares al año por este servicio.

La propuesta es una especie de impuesto mínimo a la descarga digital que serviría para financiar el trabajo de los artistas y todos los profesionales involucrados en la producción musical en sus distintas facetas. Es apenas un comienzo, evidentemente habría que definir numerosos elementos para que el modelo pudiera funcionar con justicia y rapidez, pero lo que queda claro es que existen alternativas interesantes frente a la estructura actual. Considerando ideas como esta es inevitable preguntarse por qué la industria en su conjunto no está trabajando para buscar una salida a la crisis. Las razones de Jenner apuntan a los intereses de aquellos a quienes no les preocupa tanto la música como el dinero, a los obstinados dinosaurios que se resisten a disminuir el porcentaje de sus ganancias, y al espíritu decadente que encuentra en la monetización total de la experiencia humana el valor esencial de su existencia.

El cambio sigue su curso, con o sin solución a la crisis. La gente escuchará música hasta el final de los tiempos, contando con medios cada vez más eficientes para conseguir lo que quiere. Queda en nuestras manos perpetuar un modelo obsoleto y desigual, o construir una plataforma capaz de generar las condiciones para crear arte y poder vivir haciéndolo. La esperanza permanece, pero hemos visto suficiente para saber que la historia suele avanzar por su lado malo. Ya lo cantó Dylan, “the times they are a-changin”.

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