La vida en plástico



Cuando pensamos en todas las especies extintas y amenazadas, en las hectáreas de bosques que han sido taladas, en las toneladas de petróleo derramado, en la radiación de Chernobyl y Fukushima, en los kilómetros cuadrados arrasados por la minería, y tantas cosas que tomaría miles de páginas enumerar, el debate sobre el impacto de la actividad humana en el planeta parece un acto de cinismo.

Hoy, en Internet y los medios comunicación masivos, la polémica del calentamiento global genera titulares y discusiones que obedecen más al cabildeo que a la honesta preocupación intelectual por la verdad. Lo más absurdo es que la obsesión por refutar o comprobar que la actividad humana es el principal agente de transformación climática produce la sensación de que el calentamiento global es el único o el más grave de los problemas ambientales que enfrentamos.

La realidad es que, aun si mañana pudieran demostrar con evidencia irrefutable y concluyente que el ser humano no ha tenido ninguna influencia sobre los procesos climáticos de la Tierra, nos encontraríamos frente a varios escenarios que podrían cambiar para siempre la vida como la hemos conocido hasta ahora.

Dejando de lado el profesionalismo o la calidad de periodismo (en mi opinión no es tal cosa) demostrado por el equipo de Vice, el documental "Garbage Island: An Ocean Full of Plastic" expone una tragedia abrumadora y desconcertante: todo está lleno de plástico. Nuestro sistema global de conservación y transporte de productos ha convertido a los océanos, acaso sin proponérselo, en un vertedero de residuos químicos y tóxicos.

Que cada año producimos más toneladas de basura y ocupamos más territorio para deshacernos de ella es un hecho conocido y aceptado por la opinión pública durante décadas. Pero hasta hace poco ignorábamos la magnitud del desastre en los océanos. El confeti de polímeros sintéticos que se encuentra en una vasta zona norte del Océano Pacífico, entre las costas de California y Japón, es más elocuente que cualquier estudio que pudiera presentarse. Hay que ver lo que está ahí para creerlo y empezar a entender lo que está sucediendo.

El escenario planteado por Charles Moore, uno de los principales investigadores de los efectos del plástico en el Pacífico, es desesperanzador. No solo no estamos haciendo nada para reducir la cantidad de desechos, sino que actualmente no existen los medios para recogerlos. En la fauna ya se han observado algunas consecuencias. Estudios realizados por su equipo y otras instituciones han detectado elevados niveles de componentes derivados del plástico en poblaciones de aves y peces. Con frecuencia se alimentan de animales y residuos contaminados que transportan polímeros y partículas en sus cuerpos. Las secuelas de todo esto apenas están comenzando a registrarse, pero hay indicios de anomalías en el desarrollo de las hembras y de sus ciclos reproductivos.

Mientras el debate acerca del calentamiento global acapara casi toda la atención entre los temas ambientales, un futuro con océanos convertidos en piñatas acuáticas parece más que posible. Tal vez algún día parques como Typhoon Lagoon y Wet'n Wild ofrecerán paquetes turísticos en playas artificiales y océanos virtuales, celebrando el simulacro del oasis perdido. Entonces la vida en plástico será fantástica, como decía aquella estúpida canción.

Comentarios

Dacio E. Medrano M. ha dicho que…
A propósito del artículo, me hace recordar la película: "Cuando el destino nos alcance", muy ilustrativa y reveladora, a pesar de los años que han pasado desde su filmación. El ser humano, es decir nosotros, estamos destruyendo al planeta Tierra. Llegará el momento si no rectificamos, que nos ahogaremos y moriremos en nuestra propia basura. DEMM.
Dacio E. Medrano M. ha dicho que…
A propósito del artículo, me hace recordar la película: "Cuando el destino nos alcance", muy ilustrativa y reveladora, a pesar de los años que han pasado desde su filmación. El ser humano, es decir nosotros, estamos destruyendo al planeta Tierra. Llegará el momento si no rectificamos, que nos ahogaremos y moriremos en nuestra propia basura. DEMM.

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