Manifiesto para Humanos
La velocidad dispersa, la repetición banaliza.
Internet anula distancias, convierte kilómetros en impulsos eléctricos calculados en milisegundos. Bombardea cantidades masivas de información a velocidades que no somos capaces de asimilar. La red está en todas partes y se actualiza en tiempo real.
Siempre está en línea.
Nuestros cerebros están creando nuevas conexiones para buscar y procesar información de maneras distintas. Intentan adaptarse pero no son capaces de mantener el ritmo, la red siempre es más rápida.
Nuestra capacidad de atención se ha deteriorado.
Saltamos de un titular a otro sin reflexión ni contexto. Estamos constantemente sumergidos en un caos informativo. Vivimos demasiado rápido, cada vez somos más impacientes y ansiosos.
La velocidad deteriora tu capacidad de atención y la calidad del tiempo.
La repetición banaliza. Reduce los eventos a sus partículas elementales y transforma la realidad en una superficie. La mente es desbordada por el exceso de información innecesaria y de contenido irrelevante. Hay demasiado de todo. Millones de sitios publican las mismas noticias que luego repiten en horarios estratégicos.
En Internet tu atención es el objeto del deseo.
La realidad es la muletilla de las redes sociales. La vida es replicada, filtrada y simulada.
Internet es nuestro hábito, somos adictos a las rutinas 2.0. El eterno retorno del timeline, la perpetua recurrencia del hashtag, la monotonía del like.
Somos navegantes en la infinita espiral del aburrimiento.
La repetición generaliza y distorsiona el contexto. Produce estándares, fórmulas y parámetros predeterminados. Las convenciones de la repetición son autorreferenciales y anulan nuestra capacidad de sorpresa. Padecemos el deja vu del tedio, que no se caracteriza tanto por la confusión como por una constante sensación de haberlo visto todo.
Contra la repetición reacciona la búsqueda de la diferencia, que huye a un nicho particular intentando recuperar lo genuino en lo pasado, lo sobre producido, lo excéntrico, lo clásico y lo absurdo. Estilos de vida, modelos y plantillas de conducta.
El individuo libre y crítico se encuentra bajo asedio permanente.
En el espacio reducido de la repetición nos movilizamos entre las dinámicas de la indiferencia y la apatía de la costumbre. Experimentamos estados de ánimo definidos por un entumecimiento escéptico que nos predispone al cinismo y la ironía, a la falsa conciencia y a la sátira como pose.
La red quiere convertirse en la catarsis de tu aburrimiento, te ofrece experimentar la realidad como otra forma de entretenimiento.
Encuentra un momento para desconectarte.
Disminuye la velocidad y controla tus ritmos. Toma tiempo para ti mismo, experimenta el placer del silencio. Ensaya nuevas perspectivas en calma, reflexiona. Ejercita tu concentración, involúcrate en lo que haces. Dedícale tu atención a una actividad sin interrupciones ni distracciones.
Resiste el impulso constante de navegar en Internet o de mirar tu celular. No necesitas conocer todo lo que sucede y existe. Además, es imposible.
Crea un proyecto.
Genera las condiciones para que puedan surgir nuevas ideas. Intenta asimilar tu mundo y lo que te sucede, concédele a la realidad la oportunidad de asentarse. No cedas a la tentación de ser cínico, es un camino tan fácil como vano.
No utilices la ironía, la burla o el escepticismo como métodos de escape.
No temas pensar, hazte cargo de ti mismo, asume la responsabilidad de tus opiniones. Debate, pregunta, cuestiona. Conviértete en el dueño de tu tiempo siempre que sea posible. Aprende a construir tus propios espacios, reserva un instante para ser o estar simplemente. Disfruta tu reencuentro con el ocio.
No eres un autómata normalizado, vigilado, dirigido, enumerado, regulado, censurado, reprimido, apaciguado, entumecido, entretenido, monetizado.
Eres un ser humano, con cada matiz y circunstancia, en toda la amplitud de su valor y significado.
La velocidad dispersa, la repetición banaliza.
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