A Kant no le gusta Wikileaks

 

En ocasiones, al descubrir algo nuevo, me cuesta un poco decidir si es bueno o malo. A veces los matices y complejidades de las cosas impiden que el juicio sea sencillo. En dichos momentos de incertidumbre, suelo recurrir a un utópico e ingenuo principio moral de Kant que dice algo como: “Obra de un modo tal que quisieras convertirlo en una ley universal”. Es decir, haz cosas que quisieras que TODO el mundo hiciera. Parece un poco tonto, pero cuando lo aplicamos incluso a cosas que nos parecen evidentemente buenas, descubrimos que casi nada es lo suficientemente bueno para querer reproducirlo a escala universal. El exceso termina trayéndonos problemas, lo ideal es buscar el balance justo para cada cual y cada cosa. Sabio, oh sabio Aristóteles, si todos pudiéramos ser como tú.

Wikileaks, que en un principio me entusiasmó por la posibilidad de destapar las cloacas de los gobiernos canallas del mundo, comenzó a generar esta duda en mí, y procedí a aplicarle el mencionado principio kantiano: ¿Cómo sería el mundo si toda nuestra información personal se filtrara por Wikileaks? Entonces imaginé que cada vez que un hijo renegara de su padre y lo insultara en secreto por no dejarlo ir a una fiesta o no comprarle algo que quería, el padre pudiera leerlo todo en la página o se lo contaran los vecinos. Que cuando una madre, en un instante de obstinación y rabia, deseara haber tenido un hijo más responsable e inteligente, el muchacho recibiera una notificación con la oración exacta referida por la insensible madre. O que un esposo, al ver como su compañera despilfarra el escaso dinero (que apenas alcanza para comer) en un pino importado y dos cajas de bambalinas de cristal, criticara airadamente sus decisiones financieras en secreto desahogo, se viera descubierto por un cable filtrado en el sitio web publicado en la cartelera del edificio. Y lo mismo cuando te irriten las discusiones del vecino y lo llames marginal, o comentes con tu esposa lo mala madre que es tu hermana o si le dijiste a un amigo que tu novia tiene mal aliento y no se sabe combinar la ropa. Todo, todo se sabría, cada pensamiento, cada queja, cada adjetivo calificativo, cada asomo de protesta, grande o pequeña, circunstancial o intencional. Si alguien dijo algo: Wikileaks. Y no sólo se enterarían los afectados, lo sabrían TODOS.

Honestamente no creo que me gustaría PARA NADA vivir en un mundo así, y tampoco creo que siempre sea necesario, ni bueno, saberlo todo. TODOS tenemos secretos, todos tenemos intimidades y opiniones personales que NADIE más tiene por qué saber, no porque sea necesario esconder algo, por el simple fetiche de ocultar, sino porque la información muchas veces no cambia absolutamente nada. Pudo haber sido un impulso, una cuestión de momento, pude haber cambiado de opinión o simplemente no haber encontrado el momento ni la forma adecuada para decirlo. El hecho de que me queje, critique e incluso insulte a una persona en un momento determinado, no me convierte automáticamente en un mal hijo, mal esposo, mal hermano o mal amigo. Ocultar algo no me hace un mentiroso corrupto estafador detestable. Los secretos, los comentarios, las peleas y las reconciliaciones son parte normal de la dinámica natural de las relaciones humanas, todo el mundo lo entiende, todo el mundo sabe que están ahí y nadie tiene por qué exponerlas. Lo cierto es que hay mucha información que no necesitamos saber, muchas cosas que es mejor no decir porque la revelación no siempre trae algo bueno. La exposición no es NECESARIAMENTE positiva y menos cuando es INDISCRIMINADA y masiva.

Pienso que Wikileaks está haciendo algo muy parecido a ese terrible mundo imaginario llevado al escenario político y diplomático, que al fin y al cabo está integrado por seres humanos. Es cierto, la página ha filtrado información importante, pero también una sarta de ridiculeces que a nadie le interesa saber. Que un funcionario de la embajada piensa que Chávez está loco ¿Y qué? Que Zapatero no habla bien inglés ¡Pero qué tonterías por favor! Incluso, en el supuesto caso de encontrar información crítica, criminal y condenable ¿Quién le dice a Wikileaks que LA MASA MUNDIAL, en su mayoría impulsiva, ignorante y sensacionalista, es el ente más indicado para recibir esa información? Creo que la información banal e inútil supera los pocos documentos realmente importantes que han filtrado, y que el daño gigantesco que se le está haciendo a la legitimidad de las instituciones a nivel mundial supera con creces el beneficio que han recibidos los ciudadanos por conocer información sobre la que, a fin de cuentas, no pueden hacer NADA. Seguimos igual de impotentes pero mucho más desconfiados. No creemos en nada y dudamos de todo. ¿Quién es el beneficiado por esa desconfianza y semejante incertidumbre? No tengo una respuesta, pero seguramente NO somos nosotros.

Desde que Maquiavelo escribió un librito llamado “El Príncipe”, y quizás desde mucho antes, todo el mundo sabe cuáles son los ejes del mundo político: Dinero y Poder. Para nadie es noticia que los gobiernos y sus funcionarios ocultan información que los condena y los compromete, y por supuesto que deben ser investigados y castigados cuando los delitos sean comprobados, pero lo que no parece necesario es que se ventilen, sin ninguna utilidad, justificación ni criterio, todos y cada uno de los detalles de las operaciones y relaciones que se dan entre los gobiernos y sus funcionarios. Por ahora sólo han generado desconfianza y una predisposición negativa hacia las instituciones que sin duda ha socavado su legitimidad. Esto es sumamente grave y preocupante porque el mundo democrático, que tanto afirmamos defender, se sostiene precisamente sobre instituciones sólidas, seguras y confiables que sólo pueden funcionar y mantenerse si los ciudadanos creen y se apoyan en ellas.

No creo que mi lectura del asunto sea definitiva y aún quedan muchos puntos por discutir, pero de algo estoy seguro: A Kant y a mi no nos gusta Wikileaks.

Comentarios

Audrey ha dicho que…
En ocasiones, a mí también me resulta difícil tomar una posición concreta con respecto a un tema; y peor aun, a veces no basta con Kant para dilucidarlo... Lo que a menudo resulta más convincente, en mi opinión, es el método de los indios apaches: "ponte sus mocasines" (ponte en su lugar) Una vez que personalizas la situación y pones a tu interlocutor en esa situación, es más fácil tomar posición al respecto.

Esto viene a ser lo mismo que los ejemplos que ilustras: en el fondo, nosotros NO queremos saberlo todo; y más aun, no queremos que se sepa todo lo nuestro. Hace falta ponernos en el lugar de los afectados y adaptarlo a nuestra escala humana para entender la magnitud del efecto wikileaks.

En un punto aparte, en este caso ni siquiera me pareció necesario adaptarlo a mi escala humana. Por algo existe lo que se llama "secreto de estado" asuntos que conciernen sólo a la seguridad de la nación. Aquí entra en debate todo el asunto de la información, el gran hermano y quién tiene derecho a saber qué de quién; como por ejemplo los exámenes de sangre en las empresas: ¿es asunto de la empresa si un empleado tiene VPH, el colesterol alto, etc?

En resumen, ni a Kant, ni a tí, ni a mí nos gusta Wikileaks. Hay una manera de canalizar las cosas y es importante mantener el orden estructural de la sociedad para poder funcionar correctamente. NADIE (en absoluto) se beneficia con la divulgación de información clasificada como secreto de estado; y más aun, pone en peligro la seguridad de la nación, lo que para mí y para muchos otros es TRAICIÓN A LA PATRIA, condenable a pena de muerte.

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