Hannah y Michael (La Banalidad del Mal parte III)
Nota: Si no has leído el libro o visto la película "El lector" aquí se revelan detalles de la historia.
En la novela "El Lector", que fue adaptada al cine recientemente por Stephen Daldry, uno de los personajes principales es una peculiar mujer llamada Hannah. Esta comienza una relación con Michael, un adolescente mucho menor que ella, a raíz de un encuentro casual en los años de la Alemania nazi. Ambos se involucran por sus propias razones. Michael busca vivir sus primeras experiencias con una mujer, y Hannah parece buscar algo que la saque de la gris y patética rutina en la que vive. Con el tiempo, descubren un vínculo más profundo que el carnal: El amor por la literatura. Michael pasa tardes enteras leyéndole a Hannah clásicos universales mientras transcurren las horas tendidos en la cama perdidos entre mundos fantásticos. La tragedia, el dolor, la aventura, la condición humana y el amor, nos revelan a una Hannah simple y rústica que casi comenzó a existir realmente a partir de su relación con Michael. Las historias que encontró en los libros y la que vivía con él la transformaron para siempre, más allá de su consentimiento y de lo que era capaz de entender. Detrás de la dureza, del alma y la piel marchitas, de la rutina infinita y la simplicidad desoladora parecía asomarse el bosquejo de un ser sensible, capaz de vibrar, sentir y amar.
Hannah desaparece sin dar explicaciones. Una tarde Michael va a buscarla y ella simplemente no está. Ahora él es el marchito y el desolado. Nunca más volverá a recuperarse realmente. Mientras él deambula perdido y errante en los recuerdos del pasado, ella se convierte en guardia de un campo de concentración nazi y es juzgada por al término de la Guerra acusada de haber participado en el asesinato de prisioneras judías. También por casualidad Michael se encuentra presenciando el juicio. Hannah se condena a sí misma a cadena perpetua (por motivos que prefeirmos no revelar) mientras Michael se desgarra entre el amor, el rencor y la incomprensión.
Aquí llegamos al punto central de nuestra discusión. Al llegar este momento de la historia hemos observado la psicología interna de los personajes y sentimos que los conocemos realmente, nos hemos conectados con ellos. Hannah es una mujer simple, ignorante, tosca, dura, quebrada por la rutina y una existencia ordinaria en donde no hay nada, absolutamente nada genuino o especial. Sus gestos, sus ideas y sus palabras son las de un ser humano medio, patéticamente común destinado a pertenecer a la masa, sin que nadie jamás la note. Hannah es un anónimo, una casi-persona, con una falta de ser que la hace casi insensible a emociones y pensamientos realmente humanos; su haminado es un recuerdo opaco y borroso. El vacío y la tristeza de su vida la han sumergido en el abandono y la negligencia de su propia existencia. Hannah sobrevive, casi sin motivos. Al ver como la juzgan sin que ella entienda realmente lo que sucede y como sus compañeras de trabajo la incriminan explotando sus debilidades, entendemos que toda la situación está muy por encima de las capacidades de Hannah. Simplemente no es capaz de VER el mal en sus acciones y asumir las consecuencias morales de estas. "Era mi trabajo, era mi deber, yo era responsable por esos prisioneros". Hannah se encontraba en el más acá del bien y del mal. Su estructura existencial y mental es desbordada por la complejidad moral y ética. No puede SENTIR, no puede ENTENDER, no puede VER, y ni siquiera saber que no puede.
La discusión sobre si un ser así merece y puede vivir en sociedad es un tema aparte. Porque aunque su culpabilidad pueda debatirse lo cierto es que siempre será responsable. Sin embargo, el punto focal de la discusión es entender que el mal puede adherirse a la banalidad, incrustarse en la simplicidad y engendrar el crimen en la ignorancia. Hannah fue un conductor del mal, pero aunque sus manos hayan cometido el crimen, su alma no estaba manchada por la maldad sencillamente porque ella no eligió el mal concientemente. El desenlace de la historia es prueba irrefutable de esto. Cuando llegue la conciencia moral, y por ende el propio juicio, las cosas cambiarán. Al final, Hannah logró elevar su condición humana pero el precio fue descubrirse a sí misma con todo lo que había hecho. Para algunos es un precio demasiado elevado que pagar.
Volveremos a esto...
En la novela "El Lector", que fue adaptada al cine recientemente por Stephen Daldry, uno de los personajes principales es una peculiar mujer llamada Hannah. Esta comienza una relación con Michael, un adolescente mucho menor que ella, a raíz de un encuentro casual en los años de la Alemania nazi. Ambos se involucran por sus propias razones. Michael busca vivir sus primeras experiencias con una mujer, y Hannah parece buscar algo que la saque de la gris y patética rutina en la que vive. Con el tiempo, descubren un vínculo más profundo que el carnal: El amor por la literatura. Michael pasa tardes enteras leyéndole a Hannah clásicos universales mientras transcurren las horas tendidos en la cama perdidos entre mundos fantásticos. La tragedia, el dolor, la aventura, la condición humana y el amor, nos revelan a una Hannah simple y rústica que casi comenzó a existir realmente a partir de su relación con Michael. Las historias que encontró en los libros y la que vivía con él la transformaron para siempre, más allá de su consentimiento y de lo que era capaz de entender. Detrás de la dureza, del alma y la piel marchitas, de la rutina infinita y la simplicidad desoladora parecía asomarse el bosquejo de un ser sensible, capaz de vibrar, sentir y amar.
Hannah desaparece sin dar explicaciones. Una tarde Michael va a buscarla y ella simplemente no está. Ahora él es el marchito y el desolado. Nunca más volverá a recuperarse realmente. Mientras él deambula perdido y errante en los recuerdos del pasado, ella se convierte en guardia de un campo de concentración nazi y es juzgada por al término de la Guerra acusada de haber participado en el asesinato de prisioneras judías. También por casualidad Michael se encuentra presenciando el juicio. Hannah se condena a sí misma a cadena perpetua (por motivos que prefeirmos no revelar) mientras Michael se desgarra entre el amor, el rencor y la incomprensión.
Aquí llegamos al punto central de nuestra discusión. Al llegar este momento de la historia hemos observado la psicología interna de los personajes y sentimos que los conocemos realmente, nos hemos conectados con ellos. Hannah es una mujer simple, ignorante, tosca, dura, quebrada por la rutina y una existencia ordinaria en donde no hay nada, absolutamente nada genuino o especial. Sus gestos, sus ideas y sus palabras son las de un ser humano medio, patéticamente común destinado a pertenecer a la masa, sin que nadie jamás la note. Hannah es un anónimo, una casi-persona, con una falta de ser que la hace casi insensible a emociones y pensamientos realmente humanos; su haminado es un recuerdo opaco y borroso. El vacío y la tristeza de su vida la han sumergido en el abandono y la negligencia de su propia existencia. Hannah sobrevive, casi sin motivos. Al ver como la juzgan sin que ella entienda realmente lo que sucede y como sus compañeras de trabajo la incriminan explotando sus debilidades, entendemos que toda la situación está muy por encima de las capacidades de Hannah. Simplemente no es capaz de VER el mal en sus acciones y asumir las consecuencias morales de estas. "Era mi trabajo, era mi deber, yo era responsable por esos prisioneros". Hannah se encontraba en el más acá del bien y del mal. Su estructura existencial y mental es desbordada por la complejidad moral y ética. No puede SENTIR, no puede ENTENDER, no puede VER, y ni siquiera saber que no puede.
La discusión sobre si un ser así merece y puede vivir en sociedad es un tema aparte. Porque aunque su culpabilidad pueda debatirse lo cierto es que siempre será responsable. Sin embargo, el punto focal de la discusión es entender que el mal puede adherirse a la banalidad, incrustarse en la simplicidad y engendrar el crimen en la ignorancia. Hannah fue un conductor del mal, pero aunque sus manos hayan cometido el crimen, su alma no estaba manchada por la maldad sencillamente porque ella no eligió el mal concientemente. El desenlace de la historia es prueba irrefutable de esto. Cuando llegue la conciencia moral, y por ende el propio juicio, las cosas cambiarán. Al final, Hannah logró elevar su condición humana pero el precio fue descubrirse a sí misma con todo lo que había hecho. Para algunos es un precio demasiado elevado que pagar.
Volveremos a esto...
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